Sábado, 01 de julio de 2017. La
cercanía del manglar con la carretera que lleva hacia la barra "El palmarcito" (en el municipio de Pijijiapan) me pareció algo muy atractivo; y es que, a pesar
de haber estado ya en lugares con estas características allá en Mazatán, aquí la
cercanía se reduce a quizá un par de decenas de metros, lo que significa que
puedes bajarte del auto, caminar unos cuantos pasos y llegar al manglar para
apreciarlo de pie desde el suelo firme; o bien si lo prefieres, desde el
interior de uno de los muelles que han sido levantados a cada ciertos metros
uno de otro con el fin de brindar una confortable estancia.
No sé si existan estos muelles allá en
las barras de San José o San Simón en Mazatán, espero que sí. Son muy prácticos
y por ellos mismos adornan el paisaje y las escenas tardías; son muy útiles ya
sea que quieras comer, dormir, descansar, o fotografiar desde su interior; y la
maestría con las que han sido construidos nos hablan de una experiencia muy
orgánica y local, pues la materia prima ha sido conseguida a unos cuantos
metros a la redonda.
El camino carretero se halla adornado
con estas paradas cuyos cimientos en el interior del agua soportan a una plataforma
que se pronuncia desde tierra firme hasta unos metros agua adentro; esto
contrastado con palmeras, lanchas, canoas, manglares, césped y palapas te
brindan la seguridad que estás en una zona costera mixta, pues no es sólo arena
y mar lo que habrás de ver aquí.
Y ese pensamiento te acompaña hasta el final del camino, allá donde la carretera termina y ya no puedes continuar, allá está todo reunido; por un lado el mar y su infinitas olas, y del otro el manglar con sus infinitos verdes, y en medio de ellos, como un espejo viviente, una bocabarra cuya marea crece y disminuye, pero no abandona.
Y ese pensamiento te acompaña hasta el final del camino, allá donde la carretera termina y ya no puedes continuar, allá está todo reunido; por un lado el mar y su infinitas olas, y del otro el manglar con sus infinitos verdes, y en medio de ellos, como un espejo viviente, una bocabarra cuya marea crece y disminuye, pero no abandona.
En esta parte más alejada de la barra se ubica, luego del final de la carretera, una zona de descanso donde hay muchas palapas para los visitantes, y con la libertad de usarlas y cuidarlas ellos permanecen inclusive toda la noche para descansar, mientras pescan, platican, se bañan o conviven de alguna otra manera. Algunos pescarán desde la playa hacia el mar o el manglar; mientras otros aprovechan una pequeña y empedrada isla a escasos metros de distancia para posarse sobre ella y desde ahí tirar anzuelo. Algunos locales quizá emprendan la aventura a base de canoas o lanchas para poder pescar mar adentro y de manera tranquila.
La actividad de la pesca no cesa; las
figuras bien definidas de las personas durante la tarde se van oscureciendo a
la par que el Sol se va hundiendo en el horizonte, provocando que poco a poco
se conviertan en siluetas y pierdan su identidad inicial y ahora sean un acertijo
a contraluz fundidos con el agua, la arena y el cielo; y mientras tanto, la luz
juega graciosos efectos que pocas veces se tiene oportunidad de admirar...
Y fijando la vista a un solo punto,
con cada minuto el cuadro se va pintando diferente; cambiando a cada trazo su
tonalidad y su forma, formando escenas vivientes que arrojan ilusiones sobre la
arena ya vuelta un espejo cuando el agua la acaricia; reflejando fragmentos
cristalizados y fundidos del cielo en lo que parecería ser una aurora boreal
sobre conchas de mar y ceniza volcánica.
Y así va jugando el escenario a medida
que oscurece, aprovechándose de las últimas fuentes de luz para crear sueños lúcidos
que materializan el concepto de armonía y de paz, hasta que dichos sueños se
oscurezcan y se marchan poco a poco en lo que la oscuridad atrapa al todo, y
una vez el todo atrapado en la oscuridad quizá aquellos sueños se vuelvan
pesadillas y busquen violentamente vencer a la oscura noche... Y es así como
nacen los relámpagos, como gritan los rayos, como llora el cielo y cómo grita
el viento; traduciéndose todo en una tormenta fuerte, constante, alarmante,
viviente... Y nuevamente la luz lucha por permanecer, en medio de una batalla
majestuosa más allá de todo lo alcanzado por el hombre...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario