Sábado, 15 de Octubre de 2016. La
noche había ya cubierto el cielo y la tierra para el momento en que llegamos a
pescar al muelle; era la continuación de la vez pasada, pero ahora con previo
conocimiento teníamos más perspectiva de la situación en general; rashteco, Sai
y yo nos preparamos y montamos lo necesario para invertir unas cuantas horas
ahí, en el final del camino que continua a través de una extensión tranquila de
agua que gustosamente reflejaba el destello lunar y constituía el lienzo para
que las sombras de los elementos sellaran siluetas temblorosas e inquietas.
Era un juego de luces y sombras, y
aunque las probabilidades de pescar no eran tan altas, estar ahí por un buen
rato lo valía todo. Las palapas y las playas estaban casi calladas, sólo
algunas voces lejanas de personas cenando o jugando a la orilla del mar y el
sonido de éste casi imperceptible impedían el silencio absoluto, todo era
realmente tranquilo. Y en esa tranquilidad procurábamos pescar, iluminados por
luces que venían de todas partes y burlados por unas aguas tranquilas que no
ofrecían aliento alguno para conseguir algún pequeño triunfo.
Los faros eran protagonistas de la
escena general, brindando un aire de lejanía y tranquilidad en solitario, y
provocando la notoriedad en sombras de algunas lanchas que iban y venían quizás
de alta mar. Y absortos en la frescura del viento susurrante, estábamos
disfrutando de un encuentro con una cara poco conocida por los tres.
A media noche el viento se intensificó
y una larga ráfaga paso entre nosotros, dándonos de frente proveniente del Este
y golpeándonos con algo de frío y curvando los hilos de las cañas de pescar;
las ondas en el agua se notaban súbitamente para después de un minuto
desaparecer. Fue sólo un leve y breve abanicazo que consigo trajo el aroma a
pescado y luego a café, seguramente de las instalaciones que se extienden del
otro lado de esta parte del cuerpo de mar...
Había sido quizá el anuncio de lluvia
o tormenta eléctrica, pues a nuestras espaldas, en el horizonte, se levantaban
enormes nubes bicolores que en sus entrañas acunaban relámpagos y rayos con
intervalos de cuarenta segundos, pero no llegaba el sonido a nosotros, sólo la
imagen... Quién sabe a qué distancia se hallaba el origen de ese bello
espectáculo.
Cuando la mitad de la noche se hizo
presente y ya era tiempo de regresar, sólo rashteco había pescado de nuevo;
pero eso no nos desanimó, la contrario, nos impulsó a querer regresar de nuevo,
y creo que al final será así, porque aunque la sensación de pescar es
emocionante, también lo es estar ahí contemplando el momento...
Sábado, 17 de
Septiembre de 2016. Afortunadamente hizo buen día después de unos cuantos de
lluvia, viento y rayos; por lo que el plan seguía en pie: Ir de pesca. No nos habíamos
reunido (Rashteco, Sai, Luis, yo) para hacer algo así, de manera que la
experiencia estaba abierta a lo que pudiera pasar. Equipados ellos con cañas de
pescar formales mientras que Rashteco y yo
con improvisaciones caseras, estábamos listos para que al momento de llegar buscáramos el lugar
idóneo.
La primera
opción fue en la escollera del puerto "San Benito", lugar
caracterizado por su bravo mar y las olas intensas cuando la marea
está alta; y en serio que es bravo, y esto adicionado a las piedras con las que
las olas chocan, permite muy poco llevar a cabo una pesca tranquila. Algunos
pescadores más experimentados que nosotros lograban sacar varios peces; y en
éstos habían unos del tamaño de dos palmas juntas de la mano y muy pocos más de
buen tamaño y peso. Ignoro la especie de pescados que lograban atrapar; al
único que pude identificar fue al pez "sapo" -un tipo de pez globo-; ya que varios ejemplares se encontraban tirados al paso (no es un pez que se desee pescar, por ser globo).
Por fin, luego
de pescar nada y perder varios anzuelos y plomos atorados entre las enormes y
filosas piedras, decidimos que necesitábamos un lugar más tranquilo para
saborear de esta actividad tan relajante; un lugar donde no hubiera salpicadas enormes por espontáneas
olas, y de ser posible, donde no hubiera formas para que se atorara el hilo y
eso significara la pérdida del anzuelo y su plomo.
Así pues,
fuimos al muelle de "Las escolleras" y disfrutando de los último minutos de luz de día
iniciamos la pesca tranquila y serena, casi solitaria. La noche cayó y el cielo
se nublo a la mitad, permitió observar la vía láctea unos cuantos minutos, daba
la impresión que todo ya se iba a dormir pero aún así se sentía que había algunos
peces rondando cerca... Admito que deseaba regresar por la cámara y captar
ese cielo estrellado, mismo que hace un par de horas nos regalaba uno de los
ocasos más hermosos que pudiera haber presenciado desde la carretera cerca de la
construcción del malecón (y al cual tampoco le tomé una sola fotografía debido
a que iba manejando) pero quizás fue mejor así, sellado solamente en la memoria
y el recuerdo.
Y ello debido
a que al salir de San Benito decidí guardar mi equipo para dedicarme de lleno a
pescar, pues al haber hecho ambas cosas seguramente no me habría podido enfocar
en ninguna de las dos. Luego de varios intentos, las técnicas rindieron sus muy
jugosos frutos. Marcador final: Sai: 2, Rash: 1, Luis: Quizá un carrete menos,
y yo: Bueno... por lo menos tomé fotografías de San Benito...
Jueves, 25 de Agosto de 2016. En estos
meses en que la Vía Láctea se hace visible a buena hora, hay que lidiar muchas
veces con los cielos nocturnos nublados. Se lidia bastante tanto en la ciudad
como en la montaña o la playa, y es que estamos en época de lluvias y por es
bastante común este tipo de situaciones.
Sin embargo, de todas esas veces hay
unas muy contadas (y hasta eso por breves minutos), en las que el cielo se
despeja y permite ser visto casi por completo; si a esto le sumas que suceda a
una buena hora y exista casi nula contaminación lumínica, y además de ello
llevas el equipo fotográfico necesario, entonces puedes considerarte afortunado.
Tuve la fortuna de ir a Playa Linda a la
casa "Brisas del Pacífico", y aunque la cámara iba por mera costumbre,
nunca pensé que las condiciones se fueran a dar como para tener el tiempo de
apreciar desde ahí la Vía Láctea. Pero pasó de repente que sin mucho
detenimiento, mientras veíamos el cielo notamos que 3 cuerpos celestes intensos casi en zenit destacaban en
el cielo (Saturno, Marte y Antares) por lo que apagamos las luces para apreciar
mejor la bóveda celeste; entonces nos dimos cuenta que la bruma blanca que atraviesa el cielo estaba presente.
Sin pensarlo dos veces tomé la cámara,
improvisé un estabilizador con un coco (pues no llevé Tripié) y apunte al
cielo... Y pese al picoteo del césped y de los zancudos; el estar con en esa
oscuridad abajo, con esas luces estelares arriba, con las luciérnagas
paseándose oyendo la mar y su estruendoso arrullo, y una que otra estrella
fugaz surcando el cielo, todo eso, el estar ahí, fue mágico y breve... Antes que que nuevamente se nublara el cielo... Justo lo necesario para sentirme muy afortunado.
Ahora, cada vez que regrese, no
olvidaré llevar el Tripié...
Viernes, 12 de Agosto de 2016. Al final, Rashteco, Cristian y yo concluimos que algo
habrá pasado, pero no sabemos qué... Todo estuvo listo: Llegamos hasta Talquián para
pretender tener un cielo despejado y oscuro, y lo tuvimos en su mayoría (había Luna
y ésta estaba del lado opuesto de la constelación de Cassiopeia, pero no
impedía la visibilidad); el equipo estaba preparado (pese a que en la madrugada
el frío hacía que se empañara el objetivo pero sólo bastaba una pequeña
limpieza para volver a estar al cien) y casi no había nubes (sí estaba nublado
pero por periodos de minutos se despejaba el cielo en la zona de interés) y
aunque no fue tanta la presencia de las perseidas (que se presumían serían
muchas por minuto) por lo menos vimos en esas tres horas (00:00 a 03:00 del 13
de Agosto) un promedio de 20 en total, pero con todo eso, ninguna salió en las
fotografías...
No es como que no se haya podido
realizar antes (inclusive capté una vez una desde mi casa y con bastante contaminación lumínica) pues las configuraciones de la cámara fueron las adecuadas y el
objetivo estaba calibrado bien; además de que el obturador muchas veces permaneció
abierto mientras veíamos cómo en la dirección a la cual éste apuntaba pasaba alguna estela de luz que eventualmente parecía el rastro que deja un fuego artificial; y cada vez pensábamos que le habíamos atrapado, pero...
Pero no. No se dejaron (aunque si se ven detenidamente algunas fotos, como que se aprecian lineas muy tenues de color blanco, pero eso puede ser mi Yo desesperanzado hablando), sin embargo
siempre se recuerda y disfruta de toda la experiencia y por lo menos nos
quedamos con fotografías de cielos estrellados... Ojalá que la próxima vez se
logre el objetivo.
Domingo, 03 de julio de 2016. Regresamos
esta madrugada después de verificar que la vía láctea se puede ver desde Unión
Juárez, nos habríamos quedado en el parque de ir preparados, pero las
condiciones nos hicieron regresar a Tapachula para descansar por lo menos un
par de horas y así reponer un poco de la desmañanada. Un poco repuestos
regresamos a Unión Juárez (calma, este aprendizaje servirá a la próxima vez,
pues podremos acampar y pernoctar sin problemas allá) para proseguir con la
segunda parte de la travesía.
Desde hace mucho tiempo queremos
conocer la parte más representativa del Cañón del Suchiate, es decir, la que
mantenga un aspecto mayormente votado como espectacular; esto es relativo y muy
subjetivo, lo sé, pero existe un punto en toda esta enorme grieta que envuelve
al Suchiate que se ha ganado el título de ser la más impresionante. De todo
esto hay que mencionar algunas cosas que ya se han aprendido...
1.- El Cañón del Suchiate al igual que
todo cañón, es todo este sistema de ruptura geográfica que inicia en el volcán
y termina en sus faldas muy cerca al mar.
2.- Se puede entrar casi desde
cualquier punto dentro de los municipio (Mexicanos o Guatemaltecos) que están
próximos, por lo que obviamente las vistas y los paisajes variarán.
3.- En términos estrictos, si uno
llega a bajar hasta el río Suchiate y se encuentra en medio de las dos paredes que
no comparten nacionalidad, ha llegado al Cañón.
4.- Pese a esto, hay un punto
representativo del Cañón ubicado a cerca de 4 horas de camino a pie (según nos
dijeron) desde la localidad de Talquián, que es una pared mucho más grande que
todas las demás y de una presencia tan desgarrada que quita el aliento. Cuando
alguien ha llegado a ver este punto del Cañón, entonces puede presumir que en
realidad ha ido al Cañón del Suchiate (ya que este punto es al que los locales consideran
el mejor ejemplar).
Pero no íbamos a cubrir el punto 4, por
lo menos por el momento; más bien íbamos a caminar por alguna otra ruta que
anteriormente no hubiésemos tomado (punto 2 ), pero para esto necesitaríamos la
ayuda correspondiente. Hay tantas veredas y caminos a tomar que si uno se
distrae un poco podría perderse y tardar más de lo necesario en salir, así que
se aconseja tener a un guía como respaldo. Justo en este momento es cuando
Cristian nos presenta a Michael, un joven oriundo de Unión Juárez que confirmó
conocer un par de rutas para llegar hasta el río; una de estas rutas pasaba
sobre una escalera muy estrecha al lado del acantilado. Nos pareció
interesante, así que fue esa la ruta que tomamos.
Al igual que siempre, inicia con
veredas que a la lejanía permiten ver algunas caras del Cañón, teniendo
miradores al lado del camino que te dan
una idea de la altura a la cual actualmente te encuentras, tan así que la
altura del vuelo de los zopilotes llega a tu horizonte. Al ritmo del machete
abriendo paso por el crecido pasto o las ramas de formas caprichosas, Michael
nos llenaba la atención con historias interesantes del Cañón, del río, de la
frontera, de la zona que tiene tierra sin nación, de la majestuosidad de las
dimensiones sobre las cuales nuestro calzado dibujaba la huella invasora.
El camino bajaba gradualmente por las
curvas y el camino abierto, poco a poco el camino se fue cerrando y la inclinación
del terreno era más evidente; el ritmo bajó, y aún más bajó cuando nos encontramos
con la escalera que habíamos oído mencionar... Pero, ¿Cómo la construyeron? ¿En
cuánto tiempo? Era un camino estrecho pegado a la pared rocosa y llena de
musgos, y cada vez más difícil de bajar para nosotros que éramos primerizos en
ello. Michael nos contaba: "Hay personas que van al pueblo y comprar sus
despensas y las vienen cargando por todo este camino; bajan todo esto y luego
tienen que subir porque viven del otro lado, y a veces deben acelerar el paso
porque les agarra la lluvia..."¿Qué cosa? ¿Es humanamente posible hacer
eso? Parece que sí, con mucha práctica y constancia.
Fue difícil, lento, cansado pero a la
vez inspirador; hacía mucho que no lo hacíamos, y cada piquete, cada resbalón,
cada trago de agua y cada pausa para descansar y ver el camino también hacía
falta practicarlo. Hasta que por fin llegamos al río. Geográficamente estuvimos
en la orilla de México, sobre unas enorme piedras que se asomaban parcialmente
al río, este río por el momento algo marrón y caudaloso producto de las lluvias;
este río que parecía no tener ni principio ni fin hacia donde se le viese, pues
se perdía entre las paredes interpuestas del Cañón. Estuvimos ahí un poco más de una hora antes de emprender el regreso...
Y si la bajada la sentimos difícil, la
subida fue mortal; no veíamos la hora de llegar, sentimos las curvas
inacabadas, el aire cortadísimo, la escalera más resbalosa, y las piernas más
débiles; hasta que por fin, luego de movernos por pura inercia, llegamos hasta
la parte superior donde ya se podía caminar con más seguridad y calma pese a la
lluvia que se nos dejó caer a chorros y durante toda la parte final del regreso;
tanto así que habiendo llegado a la casa donde conocimos a Michael, estábamos
tan mojados de esta lluvia fría que al hablar se notaba el vaho salir de nuestras
bocas y eso que la iluminación era la de un día medio nublado pero con
suficiente Sol ¿Cómo hubo de estar aquello que a plena tarde estábamos sacando
vaho? No lo sé en realidad, pero ahí sentados esperando que pasara la lluvia,
lejos de arrepentirnos, nos preguntábamos cómo sería la próxima vez...