13, 14 y 15 de Septiembre, 2015. No había estado antes en Septiembre en
Chazumba; tenía mis dudas sobre cómo sería ya que he aprendido que muestra
diferentes caras marcadamente cada mes que he estado: En marzo resulta caluroso
relativo su clima promedio y las flores de los agaves cunden por los caminos;
en julio fresco Las pitahayas y pitayas adornan la plaza, la feria y los paladares;
en noviembre casi helado colorean la flor de muerto y los chimalayos a los
altares; en el diciembre frío resalta el aroma a pólvora y el rojo de las noche
buenas en las posadas, pero en Septiembre no sabía, hasta ahora…
En septiembre es verde como en julio, se
acentúa más la presencia de la lluvia por las tardes al tiempo en que la
espesura de la niebla cobija al cerro del yucuzá; los nísperos son el fruto de
temporada y son goces de murciélagos que por instinto eligen siempre los
mejores, el clima es fresco y constante por lo menos desde que amanece hasta
que anochece, y permite a los friolentos disfrutar el que no sea extremoso. Las
tunas crecen en los nopales y una que otra jiotilla aparece a destiempo, como
si hubiera sido olvidada por un momento.
Los cielos mantienen las nubes
pomposas de casi todo el año cuando no cae lluvia fría y que pellizca, azules
como ningunos. Y de noche, a pesar de
mayormente estar nublado, aún se puede con un poco de suerte disponer de
periodos de una o dos horas para observar lo estrellado de esta zona, y mejor
aún, de la vía láctea.
En julio recuerdo que casi no pude verla
porque la luz de la luna no me dejó, ahora, en septiembre, ya no era la luna si
no las nubes; sin embargo el último día de mi estancia me permitieron apreciar
la vía láctea durante más o menos dos horas, y eso me agradó mucho. Noviembre
también lo permite, pues casi no hay luna ni nubes, pero hay que enfrentar el
frío de la noche, pues a diferencia de los meses anteriores la vía láctea se
posiciona casi vertical algo tarde, cerca de la media noche (cosa que en meses
anteriores se logra tres horas antes).
¡Y cómo olvidar la niebla! Y pese a
que la he visto también en otros meses, hasta ahora creo que no tienen
comparación con septiembre; imagino que tiene que ver con la humedad de las
lluvias, no lo sé. Lo que sí sé es que antes de amanecer hasta como a las nueve
de la mañana, toda la zona carretera se cubre de una niebla espesa que forma
paisajes de ensueño, donde entre siluetas se aprecian los pueblos y las casas a
lo largo del camino, un espectáculo maravilloso digno de ver y de recordar…
Sin duda alguna, considero que cada
mes en este precioso lugar, tiene un encanto muy marcado y difícil de olvidar.
Con gusto, te comparto la galería: